Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

miércoles, 6 de marzo de 2024

El Campo del Sur: Un paseo con historia en Cádiz.

 

El Campo del Sur, es un paseo marítimo emblemático de Cádiz, de aproximadamente 1300 metros de longitud y que va desde la antigua Cárcel Real (Hoy Casa de Iberoamérica) hasta el Baluarte de los Mártires, donde empieza la playa de La Caleta. Guarda en su nombre y entorno las huellas de su pasado. Su historia se remonta a varios siglos y está marcada por diferentes etapas.


El nombre original no era Campo del Sur, si no que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo: Paseo del Vendaval, Murallas del Vendaval, Murallas del Sur, Paseo del Sur, hasta llegar finalmente al actual.


La zona ha estado siempre vinculada al mar, siendo parte de la muralla defensiva de la ciudad. Estas murallas protegían a Cádiz de los embates del viento y del oleaje, sobre todo del proveniente del sur, de ahí su nombre original. 

También tiene edificios notables tales como la Cárcel Vieja (1794) obra de Torcuato Cayón y que hoy alberga la Casa de Iberoamérica; el Colegio de La Salle Mirandilla (1895) auspiciado por el filántropo Don José Moreno de Mora y Vitón, el Colegio 'Campo del Sur' (1930), de estilo regionalista con reminiscencias barrocas y una impresionante portada con torre a modo de campanario, obra del arquitecto Antonio Sánchez Esteve. 

Dejando atrás la antigua Cárcel Real y ambos colegios encontramos los vestigios del Teatro Romano de Cádiz, el segundo más grande de la Hispania Romana, superado solamente por el de Córdoba por escasos metros. El diámetro del graderío semicircular es de 118 metros y su aforo sería aproximadamente de diez mil espectadores y a día de hoy se encuentra en proceso de excavación. Probablemente, bajo el Campo del Sur yacen más vestigios de la antigua ciudad romana de Gades. 

También podemos admirar la parte trasera de la Iglesia de Santa Cruz, o Catedral Vieja, que data del año 1262 y que fue reedificada en estilo manierista y barroco en el siglo XVII. Junto a ella, la Torre del Sagrario, de planta cuadrada finalizada en 1692 y reformada en el s. XVIII por Torcuato Cayón. 

Al lado de la Iglesia de Santa Cruz, comenzamos a ver también por su parte trasera la Catedral de Cádiz, que comenzó a edificarse en 1722 según proyecto del arquitecto Vicente Acero, terminándose en 1838 pasando por diseños de Gaspar y Torcuato Cayón, Miguel Olivares, Manuel Machuca o Juan Daura.

También albergó una plaza de toros hecha de madera (La Hoyanca) que estuvo activa desde 1862 hasta 1914 y que estuvo ubicada junto a los colegios antes citados. O la Fundición de la empresa 'Compañía Anónima de Suministros Marítimos e Industriales' (1918) que ya provenía de otros antiguos talleres ubicados en la zona y donde incluso se llegó a fabricar un barco en 1905. Luego pasó a llamarse 'Talleres Manzano' (1941) cambiando luego a 'Vigorito' S.A. en 1950 hasta finales de la década de los setenta del pasado s. XX en la que desapareció, descubriéndose bajo este edificio el Teatro Romano que tratamos anteriormente.

A lo largo de los siglos, el Campo del Sur ha ido transformándose y adaptándose a las necesidades de la ciudad, pasando de ser una fortificación militar a un paseo marítimo desde donde se puede apreciar la inmensidad del océano a simple vista.

En enero de 1915, debido a los temporales que sufría la ciudad en esas fechas, se formó un socavón de más de treinta metros justo a la espalda de la Catedral, el desastre fue de tal calibre, que quedaron a la vista incluso los cimientos del propio edificio catedralicio. Haciéndose cargo de las reparaciones el Ministerio de Fomento que efectuó obras de emergencia por un importe de casi 250.000 pesetas de la época. Siendo visitadas los trabajos de reparación en marzo de ese mismo año por el entonces rey de España Alfonso XIII, repitiendo visita en 1917 en la finalización de las obras y normalización del lugar.

En 1948 se construyeron los característicos bloques de hormigón para reforzar la protección de la muralla frente al oleaje del sur. Dicha obra fue ejecutada por las Empresas 'Hidrocivil' y 'Morgades' financiada por el Ministerio de Obras Públicas encabezado entonces por el ministro José María Fernández Ladreda. Los bloques de hormigón se fabricaron a pie de muralla y fueron colocados por grúas en el asentamiento en el que hoy los contemplamos. 




Hoy en día, el Campo del Sur es un lugar de ocio y paseo para gaditanos y visitantes, ofreciendo unas vistas impresionantes de la ciudad y el mar.










jueves, 1 de febrero de 2024

Mis articulistas preferidos: José Ángel Agudo Domínguez.

 Arqueología tranviaria. Por José Ángel Agudo Domínguez.

En estas líneas quiero dar a conocer un tema muy poco tratado hasta el día de hoy, pero como amante que soy del mundo tranviario también me apasiona, y no es otro que el de los restos que aún perduran del tendido eléctrico de nuestra red de tranvías y trolebuses que circularon por nuestras avenidas, calles y plazas durante el siglo pasado.

Desde 1906 y hasta la terminación del servicio de tranvías en 1964 y de trolebuses en 1975 quedando sólo autobuses, existió en nuestra ciudad un tendido eléctrico aéreo que compartía el paisaje cotidiano de la misma.

La gran mayoría de ese tendido aéreo estaba soportado por postes de diferentes materiales según la época, pero hay también otros recorridos en que ese tendido se sujetaba sobre las fachadas de los edificios, incluso conjugando las dos alternativas de enganches sobre fachadas y postes.

Aquí comienza lo que denomino como encabezo este artículo: Arqueología Tranviaria, el trabajo lo inicio al rescatar los recorridos de las líneas desde principio de su puesta en servicio.

Está claro, que todo lo relativo al cableado que conducía la corriente eléctrica desde la central que se encontraba en las cocheras de la compañía en San Fernando y luego más tarde en Cortadura y que mediante el enganche de los ‘trolleys’ a la red daba movilidad al material móvil, fue retirado unos años más tarde de la terminación de cada concesión administrativa.

Pero en las fachadas de los edificios que aún no se han modificado sus antiguas estructuras, en otros pese a haberlo sido, se han seguido conservado los agarres del tendido eléctrico
 
Para localizar estos enganches de las tirantas del tendido, de los cuales aún sobreviven anclados a las paredes tres tipos de ellos y que he podido localizar, nos tenemos que ir a una distancia de 6,5 metros aproximadamente sobre el suelo que era la altura de la unidad móvil más el alzado del ‘trolley’ hasta el hilo cadmio conductor de electricidad, curiosamente algunos llevan en su lugar de emplazamiento más de 100 años y hoy en día aún perduran.

Lo más usuales suelen ser las argollas redondas, que son las que más números se conservan, los ganchos de tirantas y las rosetas, de cada modelo aporto una foto, para que el lector pueda hacerse idea de sus aspectos.

La confluencia de líneas en el Paseo Canalejas,  calles Lázaro Dou, Plocia y Cuestas de las Calesas, hacen de estos lugares los que más anclajes de los tres tipos se pueden encontrar, a pesar de que tras la restauración de la fachadas de la antigua Fábrica de Tabacos se perdieron todos, bueno todos no, queda uno a la salida de la Calle Lazado Dou, casi oculto que se les escapó y sigue en la misma recordando que esa calle fue un nudo muy importante de confluencias de líneas, las cuales la daban a la misma una vida cotidiana muy ajetreada en el ir y venir de los viajeros.

En esa zona y rodeando el Obelisco del Trimilenario existía lo que se denominaba un bucle aéreo, y en ella se daba el intercambio de varias líneas produciendo el salto de chispas que se desprendían de los ‘trolleys’, al cruce entre sí mismo de los hilos del tendido.

Todavía siguen en su lugar, algunos de los enganches de la línea número 2 que fue la primera en desaparecer y que cubría el recorrido desde la Alameda Apodaca al Balneario, efectuando por las calles Antonio López y Calderón de la Barca la subida y el regreso tras girar delante del Convento del Carmen por la Plaza de Arguelles a Plaza de España para incorporarse por el Paseo de Canalejas a la vía del Balneario.

Curiosamente las vías terrestres de estas calles se utilizaron para la ampliación de nuevas líneas, quedando los anclajes en las paredes de sus edificios como mudos testigos del tiempo del paso del tranvía por ellas. La Compañía para su instalación debió de solicitar permiso a los propietarios de las fincas, supongo que no pocos problemas encontrarían para ello.

En lo referente a Puerta Tierra, la calle Ciudad de Santander, conserva una importante cantidad de estos anclajes, ya que la misma era el paso de ida y vuelta de la línea de trolebuses que efectuaba el servicio de Diputación a San Severiano, es más aún se utilizan algunos para la colocación del cableado del alumbrado navideño, casi 80 años después siguen siendo útiles, incluso un anclaje de roseta que se encuentra a la entrada de la actual rotonda del antiguo puente de San Severiano del mismo permanentemente de él cuelga un cable de este alumbrado.

Para documentar este trabajo que ha consistido en llegar a tener una relación completa de todos los anclajes encontrados, así como su ubicación, aparte de hacer lo recorridos de las diferentes líneas que han estado en servicio en la ciudad, he utilizado también fotos del amplio archivo del que dispongo y otras cedidas por otros compañeros, que han permitido en muchos lugares, ir a los puntos concretos donde se encontraban los mismos. Terminemos como lo hacemos en el argot tranviario: 

¡COBRADOR, LA PRÓXIMA!


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lunes, 8 de enero de 2024

Mis fotos antiguas de Cádiz.

 Mis fotos antiguas de Cádiz. 

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El maestro nacional Don Sérvulo Miguel González, de la Escuela nº3 de la Plaza de San Martín. 

Innovador en los métodos pedagógicos de la época rompiendo las rutinarias prácticas docentes. 

Trabajando con grandes mapas, figuras geométricas, etc., para que los alumnos distingan por colores las provincias, regiones, aristas, planos, medidas... 

Según la prensa de aquella fecha, era una nueva forma de enseñanza que era mucho más instructiva y grata para el alumnado.

Cádiz 1928.



lunes, 4 de diciembre de 2023

La Barriada de la Paz en sus comienzos.

 

En el año 1969, el Instituto Nacional de la Vivienda, editó un folleto publicitario anunciando en el Polígono 'Los Corrales' la construcción de viviendas y urbanización con toda clase de prestaciones en aquel enorme terreno, que se convirtió poco tiempo después en la popular Barriada de la Paz. 

Justificación antecedentes y necesidades.

Entre las realizaciones que el Instituto Nacional de la Vivienda está llevando a cabo en todas las regiones españolas, para contribuir a resolver el problema de la especulación del suelo, destaca, no sólo por su importancia intrínseca , si no también y especialmente  por su privilegiada situación y belleza, el Polígono Residencial 'Los Corrales', situado en Cádiz.

A las razones de escasez de viviendas sentida en Cádiz, se unía la escasez de suelo, agravada por la imposibilidad d expansión de la ciudad, al estar prácticamente rodeada por el mar. 


Por ello, y ganando terrenos marítimos, se escogió el emplazamiento de este polígono en el istmo gaditano.

En octubre de 1961, la Comisión Central de Urbanismo aprobó la delimitación del polígono, cuyo plan parcial de ordenación fue aprobado en julio de 1961 y los proyectos de urbanización en noviembre del mismo año.

Destino de las superficies

La superficie total del Polígono 'Los Corrales' se distribuirá de la siguiente forma:


- Superficie de las parcelas de viviendas: 101.600 m2 (23,62%)
- Superficie de las parcelas de edificaciones complementarias: 102.300 m2 (23,78%)
- Superficie de viales y aparcamientos: 132.510 m2 (30,81%)
- Superficie de espacios libres: 87.320 m2 (20,30%)
- Superficie de zonas y reserva: 6430 m2 (01,49%)

Con lo que lleva a un total de 430.160 m2 y el 100% de porcentaje. 

De estas superficies, las que se refieren a viales, aparcamientos y espacios  libres, se cederán en su totalidad gratuitamente al Ayuntamiento. 

La superficie construida se desglosa así: 

- Superficie construida en viviendas: 239.134 m2
- Superficie construida en edificaciones complementarias: 86.942 m2

Resultado un total de superficie construida de 326.076 m2. La edificabilidad media resultante es de 2,25 m3/m2.




Viviendas y edificios complementarios

Siguiendo las directrices del Plan Nacional de la Vivienda, todas las viviendas que se construyen en el polígono serán de protección oficial. El número total de viviendas programadas asciende a 2.751; se calcula que el número de habitantes que ha de albergar el barrio será aproximadamente de 11.000 personas, con una densidad de población de 255 habitantes por hectárea.

El tipo de viviendas previsto serán en torre de 10, 12 y 15 plantas. Además de viviendas en edificio de doble crujía, con 5, 6, 8 y 10 plantas, incluyendo algunos bloques de locales comerciales de una sola planta. 

Las edificaciones complementarias se han programado de acuerdo con las indicaciones del Plan Nacional de la Vivienda, que serán las siguientes:

- Escuela de enseñanza primaria. 5, con 56 grados.
- Instituto femenino.
- Instituto masculino.
- Colegio menor.
- Escuela de promoción social.
- Guarderías infantiles. 2, con 357 plazas.
- Centros parroquiales. 2.
- Centro social.
- Centro administrativo.
- Centro cívico.
- Dispensario médico.
- Local de espectáculos.
- Hotel.
- Mercado.
- Comercio y oficinas.
- Garajes.
- Central eléctrica.
- Zona deportiva.
- Aparcamientos públicos. 2.790 plazas.
- Aparcamientos privados. 446 plazas.  

Condiciones económicas.

La inversión realizada asciende a 305 millones de pesetas. 

La repercusión del precio del suelo sobre el metro cuadrado de edificación construida oscila entre 549 pesetas y 1.000 pesetas, según la categoría de las viviendas.

La enajenación de las parcelas se efectuará de acuerdo con normas establecidas en el Reglamento para la aplicación de la Ley de Viviendas de Protección Oficial, aprobado por Decreto 2.114/1.963, de 24 de julio, y la Orden Ministerial de 26 de mayo de 1969.


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lunes, 13 de noviembre de 2023

Teatralerías 1928. Gran Teatro Falla.

 

"Las Flores", delicadísima comedia de los Quintero, cuyo mejor elogio está en no ocultar que a cierto sector del público no le llena, fue la obra elegida por el Cuadro 'Sassone' para la velada de este mes en el Gran Teatro Falla, que resultó brillante.

El abono ocupó todas las localidades y el coliseo se colmó de bellezas femeninas. Hubo "flores" en la escena y en la sala, en tal abundancia, que muchos espectadores sintieron mareos.

Lo cierto es que las veladas del "Sassone" son ya un clásico punto de cita de la sociedad gaditana.

La presentación de la obra fue irreprochable. Magnífico decorado, del maestro Sancho y elegantísimas fantasías y mantones, de la Casa Domínguez y Compañía.

La interpretación mereció y obtuvo calurosos aplausos. Debutó la señorita Ángeles García, con una característica muy bien declamada y mejor accionada. Destacaron notablemente las señoritas Bujones, Salido y Castro. Discretísimas las señoritas García (Anita), Garcilaso y Rodríguez. De los varones, se distinguieron los señores Naveiro, Jiménez, Márquez, Cortés, Ríos, Vallejo y el señor Pina, que debutó con un galán de fuerza.

El Cuadro "Sassone" acordó suprimir las invitaciones de entrada general. Nos parece muy acertado el acuerdo. Para satisfacer a la galería, vulgar, exteriorista e infantilmente propensa a la hilaridad, hay que convertir el escenario en una pista de circo. Si los profesionales de la escena se apayasan por exigencias de la taquilla, esta disculpable fuerza mayor no existe para los aficionados cuya actuación sólo debe tener como lema el amor al arte y al culto y digno esparcimiento.

El Cuadro "Sassone", cuenta con un selecto abono que rechaza el astrakán y la truculencia teatrales. A ese público de gusto depurado y comprensivo, apto para emocionarse con los problemas intelectuales y los sentimientos poéticos, es a quien ha de doblegarse el cuadro "Sassone", porque ese público es el que lo sostiene y alimenta. 


jueves, 5 de octubre de 2023

Modesta Calvo Rueda. Matrona. Gaditana ilustre e inmortal.

 

Mi agradecimiento personal a José Antonio Merino Calvo por la aportación a este blog de la biografía de su madre, la Matrona Modesta Calvo y por la cesión de las fotografías pertenecientes a la colección particular de su familia. 

Modesta Calvo Rueda nació el 16 de noviembre de 1932 en la gaditana Plaza de San Juan de Dios, en el seno desde una familia numerosa, ya que fue la tercera de diez hermanos. Hija de José María Calvo Lobato y de Modesta Rueda Ruiz, el origen de su vocación está en el trabajo de su madre, que fue una de las matronas pioneras de la ciudad de Cádiz y que le supo transmitir esa sabiduría ancestral que no está escrita en ningún libro y le dio una visión más amplia y completa del mundo de la embarazada, algo que sólo se consigue tras muchos años de experiencia. 

Estudió el Bachillerato en el Instituto Nacional de Enseñanza Media Columela de Cádiz, entre 1946 y 1951. A los 17 años de edad, en el curso 1950-51 comenzó a estudiar en la Facultad de Medicina de Cádiz las carreras de enfermera, practicante y matrona, que en esa época se estudiaban por separado. Desde los 18 años comenzó a trabajar con su madre ayudándola en los partos en la calle, ya que antes nueve de cada diez nacimientos tenían lugar en las casas. En esas largas horas de parto creció su calidad humana, con la práctica de la paciencia, el saber acompañar en la alegría y el dolor, con su sonrisa siempre amable y con palabras de ánimo que conferían a la parturienta confianza y fe en sus propias capacidades. Realizó las prácticas correspondientes al primer y segundo curso de Enfermería en el Hospital Mora Provincial, bajo la dirección de Ramón Juliá Juliá, profesor encargado de la enseñanza de practicantes y enfermeras de la Facultad de Medicina de Cádiz. Obtuvo el título de matrona, junto con el de practicante y enfermera, en septiembre de 1953.

Su primer trabajo lo llevó a cabo en el Hospital del Carmen, conocido popularmente como el hospitalito de mujeres, donde no había una plantilla fija de matronas. Modesta Calvo Ingresó en el Colegio Oficial de Auxiliares Sanitarios, en la sección de Matronas, el 9 de octubre de 1958, a la edad de 26 años. Terminada de construir la Residencia “Fernando Zamacola” en 1954, entró a trabajar en el nuevo centro sanitario formando parte de la plantilla hasta 1960, año en el que contrajo matrimonio con Antonio Merino Contero, por lo que tuvo que abandonar forzosamente el empleo. Fue madre de cuatro hijos: José Antonio, Rosa, Ana María y Raúl.


A partir de entonces trabajó conjuntamente ayudando a su madre, que formaba parte del Cuerpo de Matronas de la Beneficencia Municipal del Ayuntamiento de Cádiz, y para el médico Don Felipe Pastor, hasta que en el año 1976 ocupó una plaza vacante de matrona de zona en la Seguridad Social, dedicándose a la atención a domicilio y a las consultas de tocología. 

Tres años más tarde pasó a ser matrona de Atención Primaria y poco después al departamento de planificación familiar impartiendo la educación maternal, un programa que en 1986 se denominó preparación al parto y, dos años después, control de embarazo, siendo una de las pioneras de este programa en Cádiz. En 1979 le convalidaron, según nueva normativa, el título de enfermera por el de Ayudante Técnico Sanitario. 

Sin embargo, el grueso de su trabajo asistiendo partos lo llevó a cabo en la sanidad privada, concretamente en la Clínica Nuestra Señora de la Salud, donde prestó sus servicios desde comienzos de la década de 1970 hasta que en 1994 sufrió una enfermedad que la apartó, contra su voluntad, del ejercicio profesional, causando también baja por jubilación forzosa en el Colegio de Enfermería en 1996. Durante estos años, su buen hacer y dedicación impagable hicieron de la Clínica de la Salud (Calle Feduchy) un referente de asistencia maternal para cientos de gaditanas. Allí pudo desarrollar su trabajo en todas las fases del embarazo, primero siendo pionera en el consejo prenatal durante las clases de preparación al parto, posteriormente asistiendo al trabajo de parto en sí y finalmente realizando las visitas en el domicilio durante el post parto, ayudando a la mujer en los quebrantos propios de esta fase y bañando al bebé, al que limpiaba el ombliguito, peinaba y ponía los pendientes si era una niña.



A lo largo de sus más de cuarenta años de profesión como matrona, Modesta Calvo trajo al mundo a más de diez mil gaditanos, trabajando día y noche y dedicándose en cuerpo y alma a su vocación, lo que le hizo tener el afecto y el cariño de numerosas personas que no olvidaban su inestimable ayuda en esos felices momentos, en los que siempre predominaba su gran calidad humana hacia los demás, para los que siempre encontraba una palabra amable. 




La Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Diplomados de Enfermería de Cádiz, en sesión celebrada el 31 de mayo de 1997, acordó nombrarla como Colegiada de Honor por los méritos contraídos en el ejercicio de la profesión, distinción que recibió en un acto celebrado el 7 de junio de 1997.



El 8 de marzo del año 2005, junto con otro grupo de gaditanas destacadas por su contribución al desarrollo de la ciudad, la Fundación Municipal de la Mujer le tributó un homenaje coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Modesta Calvo Rueda falleció el 27 de mayo de 2011.


El Ayuntamiento de Cádiz, en el pleno municipal del 26 de noviembre de 2021 acordó poner una calle a su nombre a la espalda del Hospital Puerta del Mar, que fue inaugurada el 11 de septiembre de 2023.


Pinchar en la última fotografía para leer la noticia en la prensa de la inauguración de la calle a nombre de Modesta Calvo. 





  





sábado, 2 de septiembre de 2023

Un artículo de Pelayo Quintero Atauri.

 En 1933, en la revista "Carnet Cádiz" el arqueólogo y director del Museo de Cádiz, Don Pelayo Quintero Atauri firmaba este artículo: 

CÁDIZ. ESTACIÓN DE ENTRADA PARA EL TURISMO. 


La situación geográfica del puerto de Cádiz coloca a la antigua Gades, emporio del orbe, en lugar insustituible para recibir toda la corriente de turismo que desde el sur y centro de América se dirija a Europa, así como es un punto de obligada etapa, para los turistas ingleses y norteamericanos, que se dirigen a visitar los viejos pueblos orientales.

Esta envidiable situación, favorecida por un excelente clima, hizo que Cádiz fuera mirada con preferencia por las naciones dominadoras en la lucha mundial, y esto mismo le da una importancia grande para el turismo, pues le ha formado una interesante historia, no solamente en lo que se refiere a la ciudad, si no a todos sus alrededores, pintorescos, amenos y llenos de recuerdos. 



Todas esas cualidades primordiales para el fomento turístico, las ha tenido muy presente el Patronato Nacional de Turismo al comenzar su actuación construyendo el Gran Hotel Atlántico en pintoresco lugar, donde fue el primer puerto fenicio e instalando de nueva planta una nueva Oficina de Información en el muelle de atraque de los grandes trasatlánticos, en la cual los viajeros no solamente tendrán informes de todos los hoteles y sitios interesantes de España y Marruecos, si no que podrán hablar por teléfono con todos aquellos puntos donde se halle establecido este servicio y contarán con intérpretes de confianza. 

Cádiz por su clima, es excelente sitio de aclimatación para el que llega de países cálidos, a dos horas de Sevilla, con excelentes caminos para visitarla y recorrer los pueblos de la Sierra en pintorescas excursiones que le permiten distraerse según sus aficiones, pues no solamente encontrará viejos edificios y obras de arte, si no también bellos y variados panoramas, grandes e interesantes fábricas y otras muestras de riqueza y de progreso moderno. 

Al lado de la Cartuja de Jerez, recuerdo de misticismo y de la vida monástica, encontrará las magníficas cuadras jerezanas y sus sin iguales bodegas que hablan de la vida mundana; mas allá, un moderno pantano, dispuesto para aumentar la riqueza de la madre Tierra; más lejos el Pinar Serrano cuya contemplación nos aproxima a Dios en todas su grandeza y paz; abajo, la gruta inmensa que ahueca la Sierra de San Cristóbal y demuestra lo que es la constancia del trabajo humano, y junto a las tranquilas aguas de la bahía, las grandes fábricas símbolo del progreso unas veces y de la destrucción otras, de las cuales salen continuamente elementos de vida al par que grandes máquinas de destrucción. 

De todo hay que ver y hay que admirar en esta privilegiada región y, sin embargo, preguntad a un gaditano auténtico ¿Qué hay que ver en Cádiz?, y tal ve os diga que el Levante cuando sopla fuerte.  ¡En Cádiz, como en toda colmena que trabaja, hay obreras y zánganos!  Estos hacen más ruido y dan la fama; el Levante les molesta para tomarse al aire libre sus chatitos o sus cañas, y es lo único que ven. 

Por ello hace falta la propaganda bien organizada de lo que hay que ver en Cádiz, y ya que la naturaleza le dio tan situación y riqueza, no pase nadie que tenga deseos de cultura, sin ver lo que hay y sin hablarle de lo mucho que puede ver, no solamente en la región, si no en el resto de España, cumpliendo así la misión civilizadora que siempre representó Cádiz en la historia de la humanidad y a la que le obliga no solamente su fama, si no el ser entrada y pago necesario en entre el antiguo y viejo mundo para todo navegante. 






martes, 8 de agosto de 2023

Mis articulistas preferidos: José Antonio Aparicio Florido.

 Mi agradecimiento personal a José Antonio Aparicio Florido, Licenciado en Filosofía y Letras. Primera autoridad en la investigación de la Explosión de Cádiz, que me honra con su amistad personal, por su artículo de la Explosión de Cádiz (1947) publicado en primicia y exclusiva en este blog. 

Cádiz, 1947. Las consecuencias de una negligencia militar. Por José Antonio Aparicio Florido. 

La catástrofe de Cádiz era algo que se temía que podía ocurrir… y ocurrió. Las voces premonitorias se habían alzado desde que a finales de 1942 empezaran a llegar las minas a la vista de todo el mundo, cargados en camiones sin toldilla o cubiertas sin la mínima discreción. En los Torpedos, en aquel solar en el que hasta ese momento no hubo nada más que unos edificios vacíos levantados por Echevarrieta, comenzaron a acumularse todo tipo de armas submarinas: minas, cargas de profundidad y torpedos. Lo primero que llegó, por cercanía, fue el material del Arsenal de la Carraca, compuesto por las Vickers Elia y un sobrante de minas rusas reutilizadas que carecían de carro sumergidor e inservibles en la práctica. El 15 de septiembre llegaron también casi trescientas minas holandesas procedentes de la base naval de Ríos (Vigo) y a primeros de noviembre, otra partida algo menor de los mismos artefactos desde La Graña. El teniente de navío Albarracín, jefe de la base de Puntales, informó a la superior autoridad de que aún cabían otras trescientas 350 más, e incluso se podía habilitar un segundo almacén para intentar llegar a las 16.000 que calculaba Cervera en su proyecto minado para las costas del departamento marítimo frente a una previsible invasión aliada.

Así siguieron llegando otras 700 minas alemanas y cargas de todo tipo: rusas, Vickers, Torpedini y alemanas de los modelos WBA, WBD, WBE y WBF. Un abecedario completo que, junto a 41 torpedos italianos, preocuparon especialmente a un teniente coronel de Armas Navales enviado desde Madrid a principios de julio de 1943. Se llamaba Manuel Bescós Lasierra. La visita que realizó a la Base de Defensas Submarinas le dejó perplejo al contemplar que unas trescientas toneladas de explosivos estaban estibadas en el suelo de dos naves levantadas para otros fines, de gran superficie, pero que carecían de vías, vagonetas y medios de remoción o estiva, sin salida al mar y rodeadas de edificaciones muy próximas a las zonas urbanas. En su informe fue contundente al afirmar, cuatro años antes de la catástrofe, que si bien los altos explosivos empleados hasta entonces eran muy estables, nunca podía tenerse una absoluta seguridad en su estabilidad y, por lo tanto, no cabía descartar la remota probabilidad de explosión, ya fuera por accidente, guerra o sabotaje. Textualmente no tuvo reservas en expresarlo de la siguiente manera: “Estas consideraciones mueven al jefe que suscribe a aconsejar el urgentísimo traslado del depósito de Defensas Submarinas que, en caso de voladura, originaría una catástrofe de carácter nacional”. No una catástrofe cualquiera, sino uno de la que habríamos de acordarnos toda la vida.

Del mismo parecer fue el exalcalde Fernando Abárzuza que, retirado de la política y de la vida militar, abordó a unos y a otros incansablemente advirtiendo del peligro que significaba el almacenamiento de minas en el corazón de un barrio obrero. Primero se entrevistó con Ramón Agacino, capitán general del Departamento; luego con el ministro Salvador Moreno, en su visita a Cádiz el 6 de junio de 1943; y por último con Alfonso Arriaga, almirante jefe del estado mayor. Nada se hizo. Quizá les pudo su exceso de confianza en el armamento militar y en la creencia de que todo ese material de guerra estaba cargado con trilita, una sustancia altamente resistente bajo cualquier circunstancia de temperatura, humedad o longevidad. Sin embargo, como afirmaba el propio Ramón Agacino en un libro publicado en 1923, “el TNT está lejos de ser francamente inexplosible”. El teniente coronel Bescós se permitió recordar que ni siquiera se puede confiar por completo en los que se fabrican en tiempo de paz, a los que se les presupone una elaboración y preparación adecuada para soportar un largo almacenamiento. Y ahí estuvo la clave del desastre: las armas submarinas que arribaron a Cádiz entre 1942 y 1942 habían sido fabricadas en tiempo de guerra, de dos guerras, mejor dicho: la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial.


Entre todo aquel armamento llegaron, contra todo pronóstico ya que nadie las esperaba, 50 cargas de profundidad WBD y otras 28 WBF. Ninguna de ellas contenía trilita (TNT), sino algodón pólvora: una sustancia desterrada de los almacenes de municiones desde primeros del s. XX por su alta inestabilidad y velocidad de descomposición. Se estiva aparte para evitar explosiones por simpatía y se utiliza solo como agente impulsor de los proyectiles. Sin embargo, fueron llenadas inexplicablemente con algodón pólvora, también llamado nitrocelulosa; quizá por escasez de trilita o quizá por la premura de la industria bélica. Fabricadas por los alemanes, no fueron adquiridas por España sino que se recibieron por vía italiana. 

El Duce había arrastrado a su país a una contienda en el mar y precisaban este tipo de artefactos a bordo de sus destructores en la lucha antisubmarina; pero tres de esos destructores, buscando refugio tras el desastre naval de La Magdalena, acabaron en la rada de Mahón una buena mañana del 10 de septiembre de 1943. En cubierta se perfilaban las WBD y las WBF, preñadas con 125 y 60 kg de fulmicotone, respectivamente. A partir de ahí, internamiento en Baleares y desembarco del material de guerra. Antes de finalizar el año, las cargas aparecieron en Cádiz. Cuando justo tres meses después las recibió el capitán de navío García de Lomas, su sorpresa fue mayúscula: “Habiéndose recibido en el día de ayer en estas Defensas y por orden verbal del Sr. jefe del Ramo de Armamentos 28 cargas de profundidad WBF e ignorándose por esta jefatura el fin a que han de ser destinadas las mimas, tengo el honor de manifestarlo a V.E. a los fines interesados”. El traslado se hizo deprisa y en un aparente contexto de improvisación.

El 15 de julio de 1947, un mes antes de la explosión, las WBF ya habían sido retiradas; pero las WBD seguían allí despreocupadamente. Es muy posible que en algún momento se dieran cuenta de que las WBF transportaban algodón pólvora y de ahí que las hicieran desaparecer. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con las WBD, que quedaron apiladas en un extremo del almacén de minas núm. 1 junto con el resto de cargas de profundidad y al lado de 41 torpedos italianos, en posición muy apretada por la limitación del espacio. El calor infernal bajo un techo de uralita, muy lejos de garantizar la temperatura ideal de 14-16 ºC, fue descomponiendo la materia de forma progresiva y causando la rotura de enlaces del compuesto químico con formación de gases nitrosos. Una reacción exotérmica en cadena aceleraba el proceso de forma cada vez más rápida y masiva hasta que al anochecer del 18 de agosto de 1947 se llegó al límite.



Las doscientas toneladas de explosivos liberadas en forma de energía arrasaron el barrio obrero de San Severiano, los chalés de Bahía Blanca, el astillero de Echevarrieta y Larrinaga, la propia Base de Defensas Submarinas, el Instituto Hidrográfico, la barriada España, la clínica del doctor Sicre, la estación de ferrocarriles, la línea ferroviaria y todo aquello que encontró a su paso. Los glacis de las murallas apantallaron la onda expansiva hacia la Casa Cuna, el Sanatorio Madre de Dios, el puente de San Severiano y la calle Tolosa Latour, donde residían numerosas familias, además de albergados, huérfanos y religiosas. El balance de víctimas mortales ascendió a 150 personas, entre las que hay que contabilizar dos cuerpos no identificados, calculando los médicos que atendieron a los supervivientes unas cifras de entre 5.000 y 10.000 heridos. Ninguna institución, ni la Marina ni el Estado, se hicieron responsables de lo ocurrido; y al no haber responsables, no hubo indemnizaciones. En plena dictadura, las voces que pidieron una enérgica reparación del daño causado no fueron muchas. Más bien, muy pocas. La que conviene recordar por encima de todas fue la del fiscal jefe de la Audiencia Territorial de Sevilla, Manuel Gandarias Blanco, cuya esposa quedó contabilizada entre aquellos cadáveres. Su carácter temperamental sumado a la pérdida del amor de su vida le llevó a reivindicar, a través de sus procuradores, que aquel delito culposo no podía quedar impune y que los responsables criminales tenían que ser sancionados con las penas dispuestas por el código penal vigente. No se amilanó; sabía bien a quien dirigía sus dardos.

"La catástrofe en la que perdió la vida la respetable dama, en nombre de cuyos deudos hablamos, no fue como la más ilustre pluma de la intelectualidad española ha dicho, tan imprevisible para que el hecho pueda ser catalogado entre los azares inevitables o fatales. Desde este momento en que comenzamos nuestra acusación, sostenemos que la catástrofe tiene caracteres de delito culposo, con responsabilidad criminal clara y patente de la persona o personas que ordenasen y consintiesen la colocación de tantísimos centenares de bombas explosivas de 300 kilos cada una en las naves de un edificio construido no para polvorín, sino para fábrica de armamentos, con techos de cristales y débiles muros, poniéndolas a flor de tierra, unas sobre otras, como si fuesen objetos inofensivos, en locales situados dentro de una ciudad, rodeados por todas partes de casas habitadas y enfrentados con una de las más importantes factorías de la nación, por cuanto que, conocedores del extraordinario peligro que los hechos han venido a comprobar, resulta patente por parte de las mismas la más temeraria imprudencia".

Cuando mencionaba a la más ilustre pluma de la intelectualidad, se refería por supuesto a José María Pemán. En cuanto a la responsabilidad criminal, nunca tuvo duda de que fue la Armada, aludiendo a una negligencia llevada a cabo a los ojos de todo el mundo y cuyas consecuencias se veían venir. Un delito “sin parangón como tal en la historia de la criminalidad española”, para cuyos autores, es decir, las personas encargadas de la dirección y vigilancia de los almacenes, pidió prisión incondicional con embargo de todos sus bienes. En estos términos y con este objetivo, poco duró su demanda. Las autoridades civiles y militares le acallaron al igual que ocultaron las causas del desastre. Tres días después de la explosión, un 21 de agosto de 1947, el Estado Mayor envió sendas órdenes a las instalaciones militares en tierra y a la flota para el desembarco inmediato de las cargas de profundidad que no contuvieran exclusivamente trilita o cuya naturaleza de explosivo se desconociera, así como el alejamiento de los núcleos de población de cualquier artefacto con explosivo distinto a la trilita. Es el mayor reconocimiento de responsabilidad que se puede escribir.

Sabían que habían sido las cargas y sabían que, al haber estallado por autogénesis, solo un explosivo muy sensible y volátil sería capaz de comportarse de esta forma. Así pues, omitiendo tales pruebas de cargo, el 20 de octubre de 1950 el tribunal togado de San Fernando declaró el sobreseimiento provisional de la causa, que a la postre sería definitiva. Al no señalarse a ningún responsable, las víctimas no fueron indemnizadas ni tampoco aquellos que sufrieron algún tipo de pérdida material.

Han pasado ya setenta y seis años, sin que la Armada reconozca su culpa y sin cerrar capítulo sobre un episodio ominoso de la historia del que hace tiempo sabemos con absoluta rotundidad quiénes fueron los causantes. Para mayor vergüenza, el Instituto Hidrográfico de la Marina sigue cerrándonos sus puertas al objeto de impedir que se realicen allí los actos conmemorativos de la tragedia, como ha vuelto a ocurrir en este año 2023. Sin embargo, haciendo gala del mayor cinismo, siguen presidiendo la entrega floral como convidados de piedra, sin abrir ni siquiera los labios para aprender a honrar a los difuntos.