Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

lunes, 27 de junio de 2011

Mis articulistas preferidos: Manolo Llamas

La Fábrica Nacional de Tabacos de Cádiz.


Historia

La Real Fábrica de Tabacos de Cádiz fue creada en 1741 por Felipe V y, en principio, se utilizó como sede el edificio en la calle Rosario, frente al nº 69. Posteriormente se traslada a la antigua Alhóndiga, edificio que era de propiedad municipal. En 1828, en plena crisis comercial y urbana en Cádiz, se realiza la cesión al Estado, representando éste la titularidad de la Fábrica de Tabacos.

Esa primitiva fábrica se cerró en 1870 por orden del Ministro de Hacienda, Don Laureano Figuerola. Se restableció por R. O. de 17 de junio de 1871, al parecer por influencia del Ayuntamiento ante el Regente Presidente del Consejo de Ministros, Sr. D. Francisco Serrano, que había nacido en la Bahía.


En esta reinauguración tuvo que ser por cuenta del Ayuntamiento de Cádiz la instalación de las maquinarias y la obra del edificio, obras de reforma que comenzaron en 1872. El Ayuntamiento cedió el edificio al Estado bajo la condición de que lo tenga mientras exista la Fábrica en Cádiz.



La Fábrica llevó una vida tranquila, hasta que en enero de 1881 y por iniciativa nuevamente del Ayuntamiento, se le da un nuevo impulso, entablándose conversaciones con la Hacienda Pública para ampliar la plantilla de obreras.        El Estado acepta a cambio de que los gastos de adaptación y ampliación vuelvan a correr a costa del municipio, convenio que se firma en septiembre de 1881.   Las obras costaron 734.211,69 ptas. y Hacienda acepta emplear a un total de 1958 operarias/os, más 1621 que ya existen en la plantilla, siendo finalizados los trabajos en 1885.    Estas obras dieron el aspecto que tiene actualmente y que cambiaron todo el antiguo edificio excepto la zona de bóvedas.    El proyecto se debe a Federico Gil de los Reyes y el resultado del proyecto fue un macizo y llamativo edificio de ladrillo visto, cerámica vidriada en cubiertas y algún detalle a mitad de camino entre las fábricas inglesas y la evocación tradicionalista.    La nueva fábrica se inauguró el 27 junio de 1887.



El Estado actúa con despreocupación, cosa poco inusual en un organismo público en la época del caciquismo político.    La Hacienda Pública cede toda la gestión a la Compañía Arrendataria, la cual se muestra morosa en el cumplimiento del convenio pactado, quedando tan solo 1000 operarios, incluyendo a los mozos.    También incumple el contrato moral contraído con el Ayuntamiento, por el que se comprometía a conservar al menos un 75% de la plantilla, de la mano de obra pactada con Hacienda antes de la sesión.    De 2987 operarias/os que tenía que haber sólo tienen contratadas 1130 personas, un número inferior de cigarreras que las que trabajaban antes de que el Municipio hiciera el oneroso desembolso altruista para dar puestos de trabajo a la clase obrera de la ciudad.    El Ayuntamiento recurre al Gobierno el 7 de noviembre de 1890, con el apoyo de más de cuatro mil firmas de vecinos de la ciudad.    La respuesta fue la implantación de una maquinaria moderna para hacer cigarrillos, que recorta todavía más la plantilla de cigarreras, sin importarle para nada el daño que se hace (según consta en Cabildo de 2 de julio de 1904).

Fue una fábrica moderna, la mejor de su tiempo, con capacidad para más de dos mil trabajadoras.   A finales del siglo XX, tras dejar de cumplir sus funciones fabriles, al trasladar la actividad tabaquera a una nave a la entrada de Cádiz, el edificio fue remodelado para adaptarlo a Palacio de Congresos.


El edificio

La estructura responde al gusto ecléctico del momento y está realizada en ladrillo visto con cubiertas de cerámica vidriada.   Es un interesantísimo ejemplo de la arquitectura industrial del siglo XIX, tratada con lenguaje neomudéjar, muy del gusto de la época.   Tiene tres pisos de altura y es de planta irregular, formando una manzana exenta.

La fachada es sobria, en cuanto a decoración.  La portada principal tiene dos cuerpos.  En el primer cuerpo, en una placa de mármol, el nombre de Fábrica de Tabacos y más arriba el escudo de la ciudad, en el segundo cuerpo otra placa con los años de renovación por la ciudad de Cádiz en 1.883 y 1.884.   Debajo está el primer reloj eléctrico de la ciudad, que fue visitado a su paso por la ciudad por Thomas Alva Edison.   Sobre la puerta principal se conserva el escudo barroco de la primitiva fábrica, realizado en mármol blanco en 1741.




En el interior se observan interesantes elementos estructurales y decorativos de hierro fundido propios de la época.  Sobresale el patio principal, cubierto por una gran montera acristalada. Decora las dependencias un conjunto de pinturas realizadas por artistas contemporáneos gaditanos.

La Fábrica de Tabacos fue el centro fabril más importante del casco antiguo.  Su alta chimenea de ladrillo, la peculiar sirena y el deambular de las cigarreras llenaron de vida a la ciudad hasta hace pocos años.  El desplazamiento de esta actividad fuera del centro histórico suscitó protestas ciudadanas.


El entorno

Contigua a la antigua Fábrica de Tabacos se abre la plaza de Sevilla, amplio espacio creado tras el derribo de las murallas.  En su entorno se levanta la antigua Estación de Ferrocarril, diseñada en 1890 por Agustín S. de Jubera, armonioso edificio de arquitectura de hierro y ladrillo visto con elementos eclécticos.  Ante su fachada principal se construyó, en 1950, la nueva sede de la Aduana, cuyo diseño responde a la estética oficial del régimen franquista, evocando las formas clásicas.  Su estructura busca armonizar con el edificio de la antigua Aduana, situada en el otro extremo del puerto, dotando así de un cierre simétrico a este espacio urbano.  Ante él se sitúa el monumento a Segismundo Moret, levantado en 1906 por Agustín Querol y Subirats.

sábado, 25 de junio de 2011

Carlos Cano. "Paréntesis de Cádiz"

Genial piropo a la ciudad del para siempre trovador de Andalucía, e hijo adoptivo de Cádiz, Carlos Cano.

Una delicia oir su "Paréntesis de Cádiz" que parece estar inspirado en el vaivén de las olas que mueren en las costas de la ciudad en este video elaborado con las primeras fotos que hice con mi cámara digital actual, hace ya tres años.



Cádiz dormida sobre la arena
 soñando en Cádiz, despierta en Grecia.

Su pensamiento la mar abierta
 y el horizonte en la manera de vivir.

Cádiz dorada luz de Venecia
 las caracolas de la leyenda.

Cuentan que Cádiz era sirena
 y un marinero entre sus redes la encontró.

Diosa encendida ninfa secreta
 cuando en sí misma Cádiz despierta.

Tiene otro nombre habla otra lengua
 es otro mundo otra quimera.

Cuando en la noche de pronto sientas
 entre las olas que te desvelan,
un coro griego por La Caleta:
Cádiz en la Viña está soñando careta de Carnaval.




    Carlos Cano.  "Paréntesis de Cádiz"

miércoles, 22 de junio de 2011

Manuel de Falla y Matheu. Músico gaditano



Manuel de Falla y Matheu nace en Cádiz, España, un 23 de noviembre de 1876 en el número 3 de la gaditana Plaza de Mina.

Su madre, intérprete de piano y su abuelo, lo introducen en las primeras nociones de música, que a los 9 años de edad continúa con una profesora de piano, Eloisa Galluzo. Además su nodriza le enseñó nanas y canciones populares que dejaron huella en él. En 1889 continúa sus estudios de piano con Alejandro Odero, y aprende armonía y contrapunto con Enrique Broca.

Hace etapas de formación tanto en Madrid como en Paris.






La madurez creativa de Falla empieza con su regreso a España, en el año 1914, es el momento en que compone, entre otras, sus obras más célebres:

- El amor brujo
- El sombrero de tres picos
- Siete canciones populares españolas
- Fantasía Betica
- Jardines de España
- El retablo de Maese Pedro
- Concierto para clavecín y orquesta de cámara


El 28 de septiembre de 1939, después de la guerra civil española y en puertas de la Segunda Guerra Mundial, Manuel de Falla se exilió en Argentina, a pesar de los intentos del gobierno del General Francisco Franco, que le ofrecen una pensión si regresa a España, pero sigue en su exilio argentino gracias a la ayuda de algunos mecenas, entre ellos la familia Cambó.

Vive de forma tranquila en una casa de Las Sierras Chicas, Altagracia, donde su hermana cuida de él, ya que casi siempre estaba enfermo. Finalmente muere en 1946, sin que hubiera podido culminar su última obra. La tarea de finalizarla según los esbozos dejados por el maestro correspondió a su discípulo Ernesto Halffter.






En 1946 sus restos fueron trasladados desde Buenos Aires, hasta su tierra natal, Cádiz a bordo del barco de la Armada Española "Marte". En Cádiz fueron recibidos por su familia, por José María Pemán y por diferentes autoridades eclesiásticas, civiles y militares, entre las que se encontraba el Ministro de Justicia, Raimundo Fernández Cuesta, en representación del Jefe del Estado, General Franco.




Con autorización expresa del papa Pío XII, los restos fueron enterrados en la cripta de la catedral, donde se encuentran actualmente junto a los de José María Pemán.


Aquí tenemos un fragmento de la película de Carlos Saura "El amor brujo" (1986), donde se puede admirar en toda su plenitud la "Danza ritual del fuego", de su composición que da nombre a la película citada: "El amor brujo".


domingo, 19 de junio de 2011

Mis articulistas preferidos: Elena González

Los Triunfos en Cádiz.



Triunfo de la Inmaculada

Anónimo, 1695

Plaza de Filipinas (junto a las Murallas de San Carlos)





Este triunfo fue levantado en origen frente al antiguo Convento de Capuchinos, hoy desaparecido por descuido del patrimonio. Estaba en el Campo del Sur y sólo nos resta de él la capilla de la Orden Tercera, hoy Parroquia de Santa Catalina. La iniciativa se debió a fray Pablo de Cádiz, el fundador de los rosarios públicos que encarga el monumento a Génova. Tras su erección fue embellecido con una balaustrada y diversas imágenes religiosas todas ellas en mármol genovés.

El triunfo ha estado durante muchos años desmontado en el interior del convento, hasta que en s. XX pasó a ocupar su actual emplazamiento.


Se levanta sobre un pedestal cuadrangular donde se observan los escudos de Cádiz, de la Orden de Santo Domingo y de la Orden de San Francisco. Sobre el pedestal se asienta una columna con capitel jónico cuyo tercio inferior aparece decorado a base de motivos vegetales. Consta de fuste acanalado.


Según narra el cronista e historiador Adolfo de Castro en su “Manual del Viajero en Cádiz”, el pecho de la imagen está ahuecado para albergar en su interior reliquias de santos y del Lignum Crucis.


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Triunfo de los Patronos de Cádiz, San Servando y San Germán

Anónimo, 1705

Plaza de la Constitución (Frente de las Puertas de Tierra)


Estos triunfos de mármol blanco genovés fueron encargados a Andrea Andreoli pero no podemos asegurar que sea él el autor de dichas esculturas. Los Andreoli no sólo eran escultores sino que por mediación de ellos se podían encargar piezas marmóreas a otros artistas y parece que estamos ante uno de estos casos.

Se levantaron originariamente para la puerta de la ciudad por el puerto. Es en s. XX cuando se trasladan a su actual emplazamiento.
 
Si nos fijamos en ellos podemos darnos cuenta en seguida que cada pieza tiene una autoría distinta, siendo San Germán (izquierda) de mayor calidad con diferencia respecto a San Servando (derecha).


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Triunfo del Rosario

Jácome Vaccaro.  1755

Avenida Ramón de Carranza, (Frente a Diputación).

Al comenzar el siglo XVIII cobra mayor importancia la imaginería en madera policromada, aunque la entrada de mármoles no se interrumpe, trayendo piezas de diversa importancia como las columnas o triunfos para las imágenes marmóreas de devoción que pasarán a formar parte del urbanismo gaditano.



El Triunfo del Rosario fue levantado por la ciudad en acción de gracias a la Virgen del Rosario, a ella se le atribuyó el milagro de devolver las aguas al mar en el maremoto producido por el terremoto de Lisboa de 1755. El proyecto del monumento se debe a Torcuato Cayón, y en él trabajaron el tallista Gonzalo Pomar y el escultor Jácome Baccaro, quien talló la imagen de la Virgen del Rosario siguiendo el modelo de la imagen llamada “La Galeona”.

La Virgen se encuentra sobre una columna salomónica que presenta un zócalo con decoración rococó y el anagrama de María.

viernes, 17 de junio de 2011

La historia del Vapor "Covadonga".


El Vapor "Covadonga" fué realizado en los talleres de Rafael Manzano Bazán, que estaban situados en el mismo lugar que después ocuparía la Fundición de Vigorito, en 1905 el citado Rafael Manzano puso en funcionamiento un taller situado sobre las ruinas del antiguo teatro romano y que giraba con el nombre social de "El sur de Cádiz". 

Aún asi, tuvieron que ampliar la zona de trabajo hacia la parte de la Parroquia de Santa Cruz, siendo autorizado por el Sr. Obispo José Mª Rancés con la condición de tener acceso visual desde una ventana al transcurso del singular trabajo.

Los talleres de Manzano estuvieron en funcionamiento hasta 1947, en ese año Vigorito pasó a ocupar las naves situadas en el Campo del Sur.

En cuanto a la botadura del Vapor "Covadonga", en noviembre de 1909, hay que decir que llamó la atención de toda la prensa española porque resultó curioso y espectacular que un vapor tuviese que atravesar una ciudad para ser llevado hasta el agua.


El "Covadonga" fué arrastrado por caballerías y por una legión de muchachos del cercano colegio de La Salle - Mirandilla, que se sumaron alegres al singular acontecimiento, era obvio que en aquellas fechas, no se observaban las normas laborales de seguridad que existen en la actualidad.





El "Covadonga" tuvo que pasar cinco días en la Plaza de 
San Juan de Dios debido a que el mal tiempo impedía su botadura, además, el Ayuntamiento no autorizó el cruce por la Plaza hasta asegurarse que su tránsito no dañaba los railes por el que circulaban los tranvias y el alcantarillado, cuando llegó al cantil del muelle, la  grúa flotante "Hércules", de la Junta de Obras del Puerto se encargó de llevarlo hasta el mar.


En el Carnaval de 1910, el coro "Los portamonedas" hizo referencia a la botadura del "Covadonga", elogiando la capacidad de los obreros gaditanos y de los talleres de Manzano.

El diario ABC de Madrid publicó en portada una gran fotografía del "Covadonga" saliendo de los talleres de Manzano, y el Diario de Cádiz se encargó ampliamente de la noticia dando toda clase de detalles del traslado del vapor hasta el muelle.


Crónica del ABC de Madrid acerca de la 
botadura del Vapor "Covadonga"
 

"Sobre dos rieles y un cojinete viejo, ha sido hecho en dos meses y medio el casco de un nuevo vapor, que tiene quince toneladas de peso y mide 15,37 metros de eslora, 1,67 m de puntal y 3,76 de manga.

Han trabajado quince o veinte hombres, muy peritos como lo demuestra la perfección con que se ha hecho el casco; éste parece fundido: los remaches y todo está concluido de manera perfecta;lo elogian cuantas personas lo han visto.

Se destinará a remolques y servicio de esta bahía, entre ellos el transporte de sales y se encuentra  sobre uno de los carros que sirvieron en el astillero para botar al agua las lanchas cañoneras que se construyeron para Cuba".





Crónica firmada por Diego Joly, aparecida en Diario de Cádiz el
29 de noviembre de 2005
"Navegando por las calles de Cádiz"
 
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Auténtico. El 17 de noviembre de 1909 tuvo lugar la insólita botadura del vapor ‘Covadonga’, que fue conducido desde el taller de Rafael Manzano, en el Campo del Sur, hasta el muelle, causando una enorme expectación entre los vecinos.

Cádiz. Hace unos días se cumplieron 96 años de la botadura más larga e insólita en la Bahía: la del vapor Covadonga. Fue construido en el taller de Rafael Manzano, situado en el corralón de la Catedral Vieja en pleno Campo del Sur.

El barco hubo de rodar un kilómetro para llegar al mar por la llamada dársena de Moret, cuya estatua, por aquel entonces, estaba a punto de inaugurarse en su primer emplazamiento, enfrente de la Puerta del Mar.

Los trabajos de construcción del vapor, en los que participaron 20 operarios, concluyeron el 10 de noviembre de 1909 de acuerdo con la información publicada en Diario de Cádiz, que dedicó amplias líneas a este acontecimiento.

"El barco había sido bendecido el día anterior por el señor cura de la parroquia del Sagrario y bautizado con el nombre de Covadonga", recogía el Diario.

El 14 de noviembre, la embarcación estaba en sus gradas de secano con el casco totalmente terminado y su cubierta a punto, teniendo instalado el timón y la hélice, e izada una bandera nacional en la proa. Para sacar el casco del corralón fue necesario derribar una de sus tapias.

A partir de este momento se puso en marcha una delicada operación para deslizar el carretón. A modo de itinerario de Semana Santa, el recorrido fue el siguiente: Campo del Sur, Cuesta de San Juan de Dios, Plaza Isabel II, calle Isaac Peral y a ‘su templo’, el muelle de Moret, donde fue transportado hasta el cantil para quedar suspendido el casco del gancho de la cabria de la grúa flotante Hércules. Comienza así la botadura más larga de la Bahía y con seguridad una de las más singulares de la construcción naval española.

Para la maniobra se dispuso de una veintena de trabajadores, sumándose curiosos y un nutrido grupo de chavales. El barco, de más de 18 toneladas de peso, fue alzado sobre dos plataformas de ocho ruedas, necesitándose toda una tarde para ubicarlo en la esquina de la cuesta de San Juan de Dios, en la cual permaneció hasta la madrugada debido al paso de los tranvías que regresaban de Extramuros. Luego se inició su descenso hacia la plaza Isabel II, faena que duró toda la noche.

El 15 de noviembre de 1909, Diario de Cádiz publicó: "Un vapor en la Plaza de Isabel II. Los trabajos de arrastre del carretón, que tuvieron serias dificultades por hundirse las ruedas en el pavimento, siendo por ello alfombrado el recorrido con chapas de acero, han tenido éxito y en esta fecha se encuentra la embarcación en la Plaza de Isabel II. Fueron centenares las personas que bajaron a la Plaza movidos por la curiosidad a contemplar el buque y seguir la complicada maniobra, elogiando a los obreros que lo han construido, a los que se ocupan de la complicada tarea de llevarlo hasta el muelle, a su propietario señor Fuentes y al hábil maestro Rafael Manzano".

En San Juan de Dios se hizo un alto con la idea de trasladarlo directamente hasta el muelle, pero un hecho pintoresco retrasó la maniobra. El alcalde, desde su despacho del Consistorio, sorprendido por el inusitado espectáculo de un barco atracado en la plaza de Isabel II mandó a dos guardias para suspender la operación, ante el temor de que el peso del vapor hundiera las bovedillas del alcantarillado. Tras un acalorado diálogo entre los constructores y aparejador municipales, y tras los debidos peritajes, se acordó finalizar el trayecto colocando bajo los carros que lo aguantaban unas planchas de hierro que repartieran la carga, labor lenta y pesada pero necesaria ya que el alcantarillado quedaba a poca profundidad.

Así lo contaba este periódico hace 96 años: "Anoche, al parar la circulación de los tranvías empezaron los trabajos para seguir arrastrando el vapor Covadonga desde el sitio de la Plaza de Isabel II, donde se encontraba, hacia el muelle. En aquel momento se acercó un sereno, participando al dueño del vapor don Ildefonso Fuentes y al maestro director de los trabajos que tenía orden de que no siguiera el arrastre.


Comenzaron las gestiones para obtener el necesario permiso, pues parece que el señor alcalde interino había dispuesto que no se trasladara el vapor hasta que el ingeniero municipal informara si podía hacerse. Hubo conferencias con el alcalde nombrado Sr. del Toro y con el que actúa de interino Sr. Rivas, y se pidió informe al ingeniero Sr. Díaz Escribano. Parece ser que éste, desde su casa de donde no salió por encontrarse enfermo, manifestó por escrito que cree que el buque ha pasado ya la parte más difícil, o sea la calle de San Juan de Dios. Manzano y Bustelo expresaron que no ocurriría nada, puesto que el vapor está sobre un carro grande y éste tiene ocho ruedas. Dadas al fin las órdenes oportunas, a la una menos cuarto, siguió la operación curiosa de arrastrar el vapor".

Finalmente, a la mañana del 17 de noviembre, el barco quedó situado en el cantil del muelle. Allí le esperaba desde hacía dos días la grúa flotante Hércules que en una espectacular maniobra lo posó en el mar. Eran las dos de la tarde cuando la grúa de la Junta se acercó al cantil del muelle, teniendo que ser apartadas muchas personas, porque los curiosos se agolpaban en número extraordinario y entorpecían las operaciones. Cuando se logró el sitio necesario, se pasaron cuatro gruesas cadenas por debajo del carro donde se encontraba el vapor. Empezó ésta a recoger las cadenas y el buque se levantó del suelo, siendo suspendidos a considerable altura. Seguidamente, la maquinaria dejó caer el vapor poco a poco, despacio, con precisión matemática, tocando el mar a las tres en punto de la tarde, habiendo hecho las operaciones con toda rapidez y lucimiento. La embarcación quedó fondeada en la Bahía, cerca del muelle, por donde siguieron desfilando toda clase de personas.

"Con toda felicidad se ha lanzado a la mar esta tarde el vapor Covadonga sin que ocurriera ningún incidente. Circuló la noticia y en el muelle se congregaron centenares de curiosos desde la Capitanía del Puerto hasta la pescadería, formando compactas filas. Había estado lloviendo y en aquellos instantes lució un sol espléndido, como si éste quisiera asociarse con su brillo a la hermosa fiesta gaditana, que es muy interesante para la historia de nuestras construcciones navales", describió el redactor del diario.



martes, 14 de junio de 2011

Publicidad gaditana.

Dicen que colocando publicidad en un blog se gana algo de dinero.

Yo voy a probar publicitando algunos patrocinadores gaditanos, ¿creeis que me pagarán bien?





viernes, 10 de junio de 2011

Juegos gaditanos de antaño

EL JUEGO DEL "CONTRA"



No había atardecer en plaza pública gaditana, en el que dos equipos de niños y niñas, (se jugaba casi siempre de forma mixta) no jugasen al "CONTRA".

¿Como era el reglamento de ese juego?, realmente todos los niños y niñas lo sabían, pero ahora se trata de darlo a conocer aquí para los que no lo conocían.

La trama era algo parecida al famoso "Policías y ladrones", se formaban dos equipos, uno que se "zafaba", es decir salía libre, y otro que "la quedaba", los que se escapaban eran siempre más componentes, siempre en un cálculo proporcional que se acordaba y se establecía al comienzo del juego. Es decir, si había 20 jugadores, se "zafaban" 12 y "la quedaban" 8, más o menos. También se acordaba el ámbito de juego, es decir, las zonas de donde los jugadores no debían de salir, bajo ningún concepto.

Cuando los dos equipos estaban resueltos y todos de acuerdo, uno de los jugadores entonaba a grito pelado la voz de: "Ya se valeeeeeeeeeee", y a partir de ese momento, los captores se lanzaban a apresar a los fugitivos que corrían como gamos entre mamás, niños pequeños, bicis, partidos de fútbol, u otro "Contra" que estuviese celebrandose, cosa muy habitual, a la vez en el mismo sitio.

Conforme los captores iban capturando a los "zafados", iban agrupandolos en un sitio acordado también por todos al principio del juego, que se denominaba "valla", que podía ser una farola, una reja, el respaldo de un banco, o cualquier otro tipo de mobiliario urbano. El primero asía la "valla" con una mano, el segundo le daba la mano al primero, el tercero al segundo, así sucesivamente todos los "zafados" que los que "la quedaban" iban cogiendo en carreras.

Pero había que tener cuidado, porque cuanto más grande era la fila, más posibilidades habia de escaparse, que se podía hacer de dos formas, una era si un "zafado" que aún no había sido capturado, conseguía llegar a la "valla" y romper la fila que sus compañeros tenían hecha, otra forma de escapar era dando una patada a algunos de los vigilantes que los "que la quedaban" establecían para que no se diese el primer caso de escape, es decir : El que un "zafado" rompiera la fila.

Era espectacular ver como una hilera de ocho, o diez niños cogidos de la mano agarrados a la "valla" se movía como una serpiente de un lado a otro, intentando dar patadas o facilitando la labor de rescate de los que podrían venir en el momento oportuno. Cuando esto ocurría, era evidente el estorbo que hacían de la vía pública a paseantes, niños que jugaban a otra cosa, o incluso a vehículos que transitaban por el lugar en un momento dado. La cuestión se incrementaba si había dos o más juegos de "Contra" con sus respectivas "vallas" en el lugar.

También aumentaba el jolgorio y griterío si uno de los "zafados" conseguía librar a los ya capturados, porque el griterio era ensordecedor y las carreras se incrementaban en el mínimo espacio hasta que conseguían separarse de la zona.

En este juego lucía mucho la estrategia de los que "la quedaban", cómo se atacaba por un flanco, o por otro a un grupo de "zafados", cómo se llevaban a un rincón, o se escondían en plan emboscada cuando parte del equipo los conducía hacia una zona determinada.

El juego terminaba cuando todos los "zafados" eras cogidos, el último con orgullo, claro está, porque dió la lata hasta el final, entonces se entonaba otro grito que era el de: "Jueeeeeeegooooo hechooooooo", y se empezaba de cero de nuevo, los "que la habían quedado" se zafaban y entre los que se "la quedaban" ahora, se echaba a suerte para "zafarse" en parte proporcional otra vez.

Y vuelta a empezar.
 
 
 
EL JUEGO DEL "MANGÜITI"


Este juego era en un principio juego de niños, aunque las chicas más atrevidas hacían sus pinitos desde que tengo uso de razón, luego, con el tiempo se fué generalizando entre ambos sexos.

Se hacían dos equipos con el mismo número de participantes, y se elegía al más "rellenito" para colocarlo de tope contra la pared, el resto de participantes, se colocaban en fila, inclinaban su cuerpo hacia adelante y colocaban la nuca en la entrepierna del compañero que tenía delante, formando así un largo caballete humano, tan largo como participantes habían.

El equipo contrario, saltaba sucesivamente, encima de ellos. Habían diferentes estrategias, aunque la más usada era cargar el máximo número de participantes encima de un sólo miembro del equipo contrario, para así hacer que no resistiera el peso.

Cuando todos los niños estaban ya encima, sin poner los pies en el suelo, se contaba una serie de números, antes convenido entre ambos participantes, generalmente del uno al diez, aunque los más "duros" llegaban hasta veinte.

Si resistían la cuenta, se cambiaba de situación, y los soportes pasaban a ser saltadores, momento en el que se dilucidaban "viejas cuentas" del anterior salto.

Tal como el juego del "Contra", cuando se montaban varios grupos en una plaza, a los viandantes, les parecía más una carrera de obstáculos que un paseo.

 
 
 
EL "MORRO"


"El morro", era el apócope de un juego que algunos llamaban "morrocotúo", también "morrocatúo", "monrrocatúo", incluso en el no va más del nombre... "morrocacatúo".

El reglamento del "morro" difería quizás del barrio o del patio del colegio en el que se jugara, aunque a grandes trazos era más o menos el siguiente:

El número de participantes daba igual que fuesen cinco que quince por poner un ejemplo y "la quedaba" un sólo niño, que salía de una "valla" con las manos juntas y los dedos entrelazados, mientras los demás se esmeraban en que no les alcanzase y les golpeara con sus manos unidas, aunque cuando eso ocurría, ambos niños corrían hacia la "valla" mientras el resto se esmeraban en darle el máximo de "cates" posibles.

De nuevo salían de la "valla", ya cogidos de la mano, en busca de su tercera víctima, y así sucesivamente, iban incrementandose los niños enlazados a la captura de los "zafados".

En cualquier momento, cualquiera podía romper dicha cadena, entrandoles por detrás y por sorpresa, por lo que debían de correr otra vez hacia la "valla" para recomponer el grupo entre un mar de "cates", aunque también, como una monería, cualquiera de los enlazados, soltaba sus manos de improviso con lo cual el cachondeo era enorme y los "cates" se repetían, claro está.

El juego terminaba cuando se pillaba al penúltimo, que era el que abría el juego de nuevo.

Había dos reglas de oro que se respetaban escrupulosamente:

Una era que sólo se podían pegar "cates", nada de puñetazos, patadas, etc, aunque.... claro está, se esmeraban en la contundencia de estos.

Otra era que en la carrera hacia la "valla" no se podía obstaculizar a los que corrían hacia ella para refugiarse.
 
 
LAS "PAREJAS"


Se trataba de seis lanzamientos de penaltys, aunque valían los remates.

Se jugaba por parejas, una pareja lanzaba los penaltys, tres cada uno, y la otra los defendía en la portería.

Claro está, la portería era de mayores proporciones que cuando sólo había un portero ya que los dos jugaban como tales.

Por tanto, la línea de meta era mucho más larga que la de tiro que se mantenía en los once metros del penalty reglamentario.

Se podía rematar de uno o dos toques sólamente y participaban ambos tiradores de la manera que quisieran, pero para ello el balón debía haber salido del área que antes había sido convenientemente señalada por los jugadores.

Si uno de los porteros lograba rechazar un balón con el codo, se denominaba "codazo" y anulaba un gol al equipo contrario en caso de haber marcado antes, y sino, se le restaba de un futuro tanto.

La jugada para los porteros era parar un balón de un "codazo" y su compañero atinar a atrapar el balón antes de que saliese del área y evitar así un remate.

Obviamente la jugada perfecta de los lanzadores era marcar directamente, pero cuando no era así, se valoraba mucho el remate al primer toque aprovechando la cercanía, además de hacerlo a bocajarro y con potencia.

El que marcaba más goles, ganaba, como era un juego corto de duración, casi siempre se jugaba en competiciones organizadas en la que los ganadores iban superando fases hasta llegar a la gran final en la que generalmente se vivían grandes "derbis" ya que a ella solían llegar los mejores jugadores del momento.




LAS "PRENDAS"




Cada uno de los jugadores escogía un objeto que le representara, que podía ser una moneda, una figura de plástico, una piedra original, una canica, etc, y se la daban a uno de los jugadores.

Luego, por turnos, cada uno de los jugadores se volvía de espaldas y el encargado de tener las prendas hacía la pregunta: "¿Que se merece el amo de esta prenda", a lo que el interrogado contestaba cualquier cosa que se le ocurría en ese momento y que el propietario de la prenda debía cumplir con disciplina espartana.

Cuando eran niños los únicos que jugaban, las misiones eran tocar timbres y correr, dar voces en el hueco de una escalera llamando a alguien de los que allí vivían, meterse con cualquier personaje singular de la zona, decir o hacer cualquier chorrada al primer transeúnte que pasaba, encaramarse a alguna ventana, tirar de las persianas de las casas, corretear perros, etc.

Cuando eran niñas, se limitaban a sisear a niños, confesar "quien le gustaba", o hacer cualquier cosa de las que hacían los niños pero de forma más descafeinada.

Lo interesante venía cuando el juego era mixto, y sobre todo cuando se dejaba claro que se podían pedir "guarrerías", entonces sí que había disloque... porque entonces las misiones eran todas de tocamientos, besos, chupetones, o pedir exhibiciones de prendas interiores.

Cada juego exigía un ambiente para desarrollarse: Si eran niños solos se hacía en sitio abierto, para que hubiese alternativas y variedad de misiones, si eran niñas, se limitaban a una "casapuerta" ya que las misiones rara vez salían de unos pocos metros, pero si era un juego mixto, había que irse a un sitio discreto, con matorrales, donde se desarrollaban las misiones encomendadas....... "casualmente" siempre por parejas niño-niña.

Naturalmente había sus trampas, por ejemplo avisar al sentenciador de quien era la prenda que tenía detrás de él, y se hacía por gestos, carraspeo o cualquier otro signo previamente acordado, así se evitaba malas misiones para los amigos o todo lo contrario para los "enemigos", en los juegos mixtos, había auténticas persecuciones al más mínimo gesto que pudiese delatar alguna identidad del amo o ama de la prenda.

domingo, 5 de junio de 2011

José Cubiles. Pianista gaditano

José Cubiles nació en Cádiz en el año 1894 y murió en Madrid en 1971.

Comenzó a tocar el piano a los cinco años y, en vista de su talento, el director de la escuela de música de Cádiz decidió encargarse de su educación musical. Al poco tiempo se trasladó a Madrid, protegido por la infanta doña Isabel de Borbón, para cursar estudios de teoría musical y piano en el conservatorio de la capital con Pilar Fernández de la Mora. Allí obtuvo los premios extraordinarios de Bellas Artes en solfeo, piano y armonía.

Posteriormente residió en París, donde recibió lecciones de Louis Diémer. En 1914 obtuvo el primer premio de piano del Conservatorio de la capital francesa. Dos años más tarde ingresó como profesor en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y, sin descuidar su labores docentes, comenzó su carrera internacional como concertista: dio recitales, participó como solista en orquestas y formó agrupaciones de cámara con músicos como Jacques Thibaud, Paul Kochansky y Gaspar Cassadó.


Sus expresivas interpretaciones de la música del Romanticismo, de autores tanto españoles (Albéniz, Granados, Turina) como extranjeros (Chopin) fueron memorables. Cultivó una gran amistad con el compositor Manuel de Falla, quien le confió el estreno en Madrid de su obra "Noches en los jardines de España", que tuvo lugar en 1916 a cargo de la Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Fernández Arbós.

José Cubiles no sólo fue un pianista de gran temperamento y personalidad artística, sino que fue a su vez un auténtico maestro de maestros, cuya impronta pedagógica aún deja sentir su fuerte influencia en la vida musical española. Muchos de los mejores concertistas y/o pedagogos españoles fueron en su día discípulos de quien fue llamado a estrenar como solista las "Noches en los Jardines de España" de Manuel de Falla.

Además de su fama internacional como pianista, también cabe mencionar la de director. Así pues, José Cubiles dirigió diferentes orquestas, no sólo en el ámbito español, sino de igual forma internacional, destacando la orquesta Filarmónica de Berlín. Asimismo, atendiendo a su tarea como docente, fue en 1943 cuando obtiene la cátedra de virtuosismo del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. De la misma manera, es este mismo año cuando se convierte en profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. A este respecto, hay que mencionar los diferentes premios con que se le condecoró, destacando la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y la Legión de Honor de Francia.

Entre los numerosos alumnos con que contó, algunos de ellos ha sido posteriormente destacados músicos del panorama español, como por ejemplo Joaquín Achúcarro, Jacinto Matute, Guillermo González Hernández, María Orán y Manuel Carra.

El Ayuntamiento de Cádiz acordó tras su muerte dedicarle una calle en la ciudad.

sábado, 4 de junio de 2011

Iglesia de San José


La Iglesia de San José fué la primera en su género construida en la zona de extramuros de la ciudad de Cádiz.

Finalizada en 1787, fue construida por el arquitecto Torcuato Cayón y su discípulo Torcuato Benjumeda a instancias del obispo gaditano José Escalzo y Miguel sobre una primitiva ermita, es toda una joya del estilo neoclásico entre tantos edificios modernos que la rodean.

La planta es de salón, de tres naves, separadas por pilares decorados con pilastras jónicas con guirnaldas en los capiteles. El crucero se cubre con una cúpula sobre tambor y pechinas. La nave pricipal se cubre con bóveda de cañón y lunetos y las laterales con bóvedas vaídas.

El exterior es de piedra vista con zonas encaladas, presenta dos torres gemelas en su fachada principal que se decora con cuatro pilastras jónicas con girnaldas; sobre la cornisa y frontón triangular y sobre el arco semicircular de la puerta principal existe una hornacina con la imagen del santo titular, obra de Cosme Velázquez, la cúpula principal y las de los templetes de las torres se cubren al exterior con azulejos azulados.

Originalmente, estaba unida por un camino arbolado al extinto cementerio de Cádiz,  que también era de la misma época y autor, estas construcciones fueron el germen del barrio de San José que en los siglos XVIII y XIX constituyó una zona de comercio,  trasiego y descanso vital en el camino de los viajeros que regresaban o salian de Cádiz por el Camino del Arrecife.

Aunque hay muchas fotos de época del templo, he elegido esta realizada hacia 1930,  por su calidad de imagen, además, podemos observar como en el lateral de la iglesia existian locales comerciales y viviendas de forma casi anexas, actualmente, en el lado derecho de la fotografía existe una zona verde donde desde la década de los 70 del pasado siglo XX hay una estatua ecuestre del General José de San Martín.